Soltar y sostener.
Dejar ir también es dejar llegar. Some late night thoughts...
Aprender a valorar algo antes de perderlo, lo cambia todo.
Muchas veces no apreciamos lo que tenemos por enfocarnos en lo que nos falta. Luego ocurre que lo que no tenía importancia, ahora la tiene toda, y es cuando caemos en cuenta que perdimos de vista lo realmente importante por habernos enfocado en lo imposible, y no valorarlo lo suficiente.
La vida es un ciclo constante de pérdidas; sin embargo, de cada uno depende aprender a no perder lo que realmente quiere. Y no tenerle miedo a perder lo que ya no funciona. Porque perder no siempre es algo malo. Muchas veces cuando pierdes, estas abriendo espacio para nuevas experiencias, personas, momentos.
Pero es que hay veces que parece que estamos perdiendo algo y duele. Obvio duele. Duele porque entregamos mucho amor. Duele porque en algún punto creímos que ese algo, o alguien, era para nosotros o era nuestro y que siempre estaría ahí para apoyarnos.
Olvidamos por completo que nada es nuestro, nada nos pertenece. La gente llega y se va. Y que coincidir en tiempo y espacio, solo es un destello que puede durar 30 minutos o 50 años. Depende de cuanto lo cuides y cuanto lo valores.
El problema, es que muchas veces confundimos aprender a soltar, con perder, y por eso nos aferramos a cosas, personas y amistades que no funcionan, que no nos hacen bien, por miedo a que luego nos falten o a sentir que perdimos. Cuando en realidad abrir las manos para soltar, es el futuro dandote espacio para que llegue todo lo nuevo y lo que si es para ti.
Decidir amar a algo o a alguien incluye estar dispuesto a la despedida, es como la vida que trae escondida la muerte, o como la luz que provoca también la sombra. Uno ama y deja ir. Y a la vez, deja llegar
Es justo en ese momento que debemos confiar, con firmeza, que dejar ir es también dejar llegar. Que en nuestra vida no cabe lo que no quiere quedarse. Y que se quede en ella todo lo que nos devuelva el tiempo y el valor que le entregamos.
El objetivo final, es lograr el justo balance entre luchar y valorar lo que amamos y no queremos perder; y soltar lo que nos lastima y no quiere quedarse.
Aprendamos a soltar, o mejor dicho, a perder lo necesario; y agarremos fuerte, con las dos manos y con todo el corazón, todo lo que nos hace sentir que queremos que se quede siempre. Lo que quisiéramos muchas vidas para volver a coincidir y vivirlo de nuevo.