Mi amor imposible
Donde sea que esté y a donde sea que vaya, te llevo conmigo. En mis raíces, en mi acento, en mi corazón: Venezuela.
Donde sea que esté y a donde sea que vaya, te llevo conmigo. En mis raíces, en mi acento, en mi corazón: Venezuela.
Hace 10 años me tocó dejarte pero llevo siempre conmigo los recuerdos de los 17 años que te viví, te disfruté, te conocí.
Y aunque fue duro acostumbrarme a vivir lejos de ti, en mi mente viven por siempre todos los recuerdos de las calles que me vieron crecer y de el futuro que no pudo ser.
Eres ese amor imposible. Ese amor platónico, que aunque hoy no podamos estar juntos, a ti siempre querré volver.
A pesar de la distancia, no he dejado de soñar contigo. Pienso en un futuro donde volvamos a encontrarnos en paz, donde tus calles vuelvan a vibrar con la energía de tu gente trabajando por un mejor mañana. Anhelo verte renacer, verte florecer como mereces, con la fortaleza que te caracteriza y con la esperanza que nunca se extingue.
Hace exactamente 10 años me fui de mi país en busca de un mejor futuro.
Me convertí en una inmigrante, en busca de un mejor futuro, un nuevo hogar, y otras perspectivas.
Desde que tengo uso de razón, la única Venezuela que he conocido ha sido una bajo un régimen que solo ha causado separación y destrucción. Nunca conocí una democracia ni un país que funcionara plenamente.
A pesar de todo, disfruté mi juventud y atesoro una colección de recuerdos y anécdotas hermosas. Navidades con gaitas, la mesa sin sillas vacías, la familia completa, viajes en carretera, empanadas con salsa tártara, caminatas en el Paseo del Lago y tardes en casa de mis amigas comiendo tequeños y tomando Nestea.
A los 17 años me mudé a Miami. El primer año fue duro; me sentía homesick y extrañaba a mis amigos, a mi familia y mi casa. Pero con el tiempo, mi hogar cambió de nombre y de ubicación.
Las playas y las autopistas Miami se convirtieron en mi nuevo hogar.
Al ver tantas noticias y tantos problemas políticos, sumando el guayabo de haber tenido que irme, empecé a sentir resentimiento por Venezuela. Me distancié mental y geográficamente lo más que pude. Incluso cuando me preguntaban de dónde era, respondía "I am a Miami girl" porque decir que era venezolana me causaba más molestia que orgullo.
Era raro, no me sentía del todo venezolana, ni del todo de Miami. Hubieron momentos donde me cuestioné mucho mi identidad.
Venezuela, me dolías. Eras como ese amor que tuve que dejar ir a la fuerza. Ese que me dejó herida. Recordarte era como un golpe en el pecho, así que me desligué lo más que pude. Intenté borrarte, olvidarte.
O eso creía yo.
Jamás pensé que sería posible volver. Ni siquiera quería. Toda mi familia había emigrado, no me quedaba nada que me atara allá. Pero en julio del año pasado, una de las vueltas de la vida me llevó de nuevo a ti, Venezuela.
Al tan solo ver las montañas por la ventana del avión, fue amor a primera vista.
Todo ese resentimiento se transformó en amor, en admiración y en nostalgia.
En esos dos meses que estuve ahí, me enamoré por completo.
Me enamoré de las montañas en el paisaje. De la gente tan amable. De los colores de las calles y del aire, que siempre ha tenido su frescura peculiar.
Me enamoré de dos ciudades en las que nunca había estado, Caracas y Valencia. (Y entendí la obsesión de los caraqueños por el Ávila, now it all makes sense).
Estuve por las playas de Morrocoy y jamás había visto un azul tan vibrante.




Tuve la oportunidad de visitar Canaima: el lugar más mágico y místico que mis pies han pisado.
Tengo un recuerdo que llevo tatuado en el alma. Uno de los más bonitos: después de más de dos horas navegando en una curiara en el río rojo, cuando por fin vimos el primer tepui a la distancia, todos juntos empezamos a cantar "soy desierto, selva, nieve y volcán" y las lágrimas llenaron mis ojos. Ahí me sentí más orgullosa de ser venezolana que nunca.






Me enamoré porque por fin pude vivir una Venezuela de adulta. Ya no eran solo recuerdos borrosos de la infancia.
Venezuela no es solo lo que veía en las noticias. Lo pude ver con mis ojos y tocar con mis manos. Y quizás lo digo desde un lugar de privilegio, sí. Pero viví una Venezuela muy alejada de lo que tenía en mi mente. Y comprobé que no, que aunque no era perfecta igual es hermosa.
Venezuela es gente trabajadora, gente que te saluda y te sonríe. Son playas, montañas, desiertos, llanos, el café más rico, los verdes más vibrantes y los paisajes más maravillosos.
Mis días allí me reconectaron con mis raíces. Me hicieron sentirme identificada de nuevo y diciendo "soy venezolana" con orgullo. Me fui planeando mi próximo viaje a todos los lugares que aún me faltan por conocer. Me fui deseando volver y con mil anécdotas que contar.
Estos últimos días han sido caóticos. He visto cómo la fe de tantos venezolanos por un cambio logró que ganáramos las elecciones. Me emocioné, celebré y lloré. Pero luego llegó el caos y venezuela, me vuelves a doler.
Me duele ver cómo el país más bonito del mundo tiene que pasar por tanto.
Siento que mi vida se ha detenido. No he podido dormir ni comer bien. No logro concentrarme en mi trabajo y paso todo el día revisando noticias, angustiada y preocupada, como muchos de nosotros en el exterior.
Me duele tener que seguir con mi vida normal, cuando muchos venezolanos están siendo torturados y asesinados por gente malvada en este momento.
Se siente injusto poder dormir tranquila en mi cama sabiendo miles de mis hermanos están durmiendo encerrados en un piso frio y oscuro.
A pesar de la distancia, mantengo la fe, mantengo la confianza. Y rezo todos los días por poder ver a mi querida Venezuela en libertad y poder volver las veces que quiera.
Venezuela, eres un país de contrastes, de alegrías y penas, de esperanza y desesperación. A pesar de todo, sigues siendo mi hogar, el lugar que llevo en mi corazón y al que siempre anhelo regresar. Espero con ansias el día en que pueda volver a recorrer tus calles, sentir tu calidez y celebrar tu renacimiento. Hasta entonces, te llevo conmigo, en cada pensamiento, en cada sueño, en cada oración.
Te abrazo muchísimo, Lau. Vivo muy de cerca estos conflictos, tengo una conexión muy profunda con Nicaragua que me ha llevado a abrir mucho más los ojos frente a todo esto que pasa... Que tu hermosa Venezuela recupere pronto su libertad ❤️🩹
Hermoso 🥺❤️